... abro mis puertas a la amistad, solo que a veces no dejo salir antes de entrar.
De una forma rocosa entro dando tumbos en los pormenores y a veces mayores de los afines a mi en esto de la amistad, aquella gente cercana, lo reconozco, pero a veces disto lejano de lo razonable, y a veces me ando más cerca de la desmesura que de tomar medidas contra mi persona en esto de callar , lo que debería seguir pensado pero callado en mí, debería seguir callado.
Lo reconozco, culpable y a la horca conmigo. Guillotinado o no mi pensar, me reconozco culpable de no pasar a pies juntillas, de hacer ruido por el pasar de la vida de mis afines, de aquella gente cercana que quizás de tan cercana, salpicada acaba de mis quehaceres entre ese cafe, entre esa sobremesa, que da licencia de armas a los culpables como yo. Objetor de conciencia, sin conciencia del mal hecho, hecho a plena luz del día, día si y día tambien.
Vaya un saludo, a aquellos compañeros del sábado matinal, que me acompañan entre café y sobremesa, para encarar bien el fin de semana, que de planear andamos llenos, aunque de mil ideas y escapadas, acabemos donde siempre, en un ligero paseo por el Born.